jueves, 27 de septiembre de 2007

ROBo

Esta noche le decía a un buen colega y mejor amigo, aunque él no se lo crea:


No sé que hacer, si drogarma, rogarle que vuelva, alcoholizarme, suicidarme, o todo a la vez.






Creo que la quinta opción es válida.

martes, 25 de septiembre de 2007

Arrepentido...





No me abandones, no dejes que yo vuelva a caer...





¿Qué voy a hacer sin tu sonrisa?





Flipando en rutinas...

Ya está aquí y ya ha llegado...


El ansiado retorno, el esperado regreso, la odiada rutina que me acompañará a lo largo de los próximos ocho meses... Ocho asquerosos meses rodeado de poca gente con sentido común, y mucha gente con tendencias autistas.

De verdad os lo digo, yo no sé que cojones le sucede a los compañeros de carrera hoy en día, que se comportan como si fuesen ermitaños. Cada unos con su grupo de tres o cuatro amigos, y ya está; buenos días si me cruzo contigo en los pasillos; que te follen y paso de ti si me encuentro contigo por la calle; etc. etc. etc.


Dentro de lo que cabe, es agradable encontrarte con esas caras tan conocidas a lo largo del curso que desaparecen de repente al acabar mayo, hasta que aparece el profesor que te joderá la carrera... O por lo menos, te la jodió el año pasado, y éste se plantea hacer desaparecer tu futuro Erasmus de la vista...

Este año ya no soy novato... ni incauto, ni majadero, ni tan inmaduro... O eso creo...

viernes, 21 de septiembre de 2007

Juerga tras juerga...

Las noches de locura, que son muchas, pasan factura...


Me resulta imposible salir en una ciudad tan pequeña sin conocer a nadie, pero esta noche la invasión guiri-erasmus me ha pillado completamente de sorpresa.

Un rubio me tiraba los trastos y yo me defendí como buenamente pude. Bea, bea, bea... xD



Resulta divertido verlos; rojos, como un tomate, flipando con la movida que hay, todos rubitos, ellos... Y además, parecen todos tan frágiles...

Mañana me voy de viaje a Porto, con Bea. Aprovechemos el fin de semana, que el curso empieza...

sábado, 15 de septiembre de 2007

Fraude...

En ocasiones, todo en la vida resulta ser un "puñetero" fraude.

Gente a la que considerabas abierta, y que se considera lo más "in" de la ciudad, te demuestra que sus valores, aunque se anclen en una supuesta oposición, llegan a tocar el fascismo e, incluso me atrevería a decir, el nazismo.


El otro día salí por primera vez en el ambiente y, la verdad, no es nada del otro mundo. Es igual, solo que hay tíos con tíos y tías con tías. Punto.

Me ha sorprendido el hecho de las drogas en los locales -supuestamente- gays. Yo, que las odio a muerte, casi tanto como el alcohol, se veían por todos los lados, de mano en mano, de nariz en nariz, de copa en copa. También, me impresionó el hecho del pasotismo. Es curioso y agradable estar en esos locales en los que todo el mundo va a su "puta bola" y, si quieres algo, bien, si no, pues lo siento.

En fin, hoy, cabreado con el mundo en general, defraudado por mucho con algunos personajes y aprovechando los momentos que realmente merecen la pena... os deseo un feliz fin de semana.


Sin nada más que decir:


Rob.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Amoníaco...

Después del colocón que te provoca la fuga de amoníaco de una fábrica de la ciudad, no te queda otra que pensar... Más bien, filosofar y rayarte la cabeza...


El otro día le vi, y hablamos un poquito. Le noté bastante más gilipollas de lo normal, demasiado estirado con su novia, demasiado cariñoso, quizás.

Me cuesta reconocerlo, pero me jode. Me gustaría que pasara algo, aunque sea, que me dedicara una sonrisa, o que simplemente me hablara como a un amigo, ¿no?

Me planteo hechos que, en otras ocasiones, pasarían por tonterías... pero no puedo.

Con Bea las cosas funcionan, pero no entiendo por qué no se marcha de mi cabeza y se queda ahí, pegado con "superglú".

Hoy tengo un día de enajenación mental transitoria. No me hagáis mucho caso...

domingo, 9 de septiembre de 2007

Sueños...

Los sueños ya no son lo que eran.

Si no hubiera abierto este pequeño espacio para filosofar y pensar un poco, no encontraría la forma correcta de expresarme como Dios manda, y decir al mundo lo que realmente pienso. De contar mis penas, mis alegrías o mis sueños.

La cuestión de hoy me plantea un gran debate... ¿Realmente significan algo los sueños?

Después de discutir, cambiar mi concepto e incluso asquear a mi mejor amigo, un puto sueño lo trae de nuevo a mi vida. Vuelve otra vez. Ahora, que se planteaba tan buena, llena de libertades, justo ahora.

Lo veo a menudo; cuestiones de "trabajo"; y por mucho que haya llegado a evitar su imagen, no puedo evitar sonreírle y preguntarle por su vida, su novia, y hacer las típicas propuestas de "tomamos un café, como en los viejos tiempos".

No le sonrrío por falsedad, no le pregunto por cumplir, sino que es algo que, realmente, me obligo a hacer, como si una fuerza en mi interior me dijera... adoras a Marcos, sigues queriéndole, sigue siendo tu amigo.

Y no, no lo es. Por mucho que nos esforzemos, no lo es.

A lo que iba; mi sueño. Tengo una chica en proceso de "juntación", o "arrime". Guapísima, un sol, familia cojonuda, vamos, que lo tiene todo. Y esta mañana, me levanto con el recuerdo de Marcos. Corríamos por callejuelas, escondiéndonos de su novia, aguardando los momentos de soledad para besarnos y sentir nuestros cuerpos juntos, su calor y el mío, mezclados en uno solo. Me levanto con el recuerdo de haber tenido uno de los mejores sueños de mi vida, y con una sensación agradable, justamente hasta que recordé que Marcos ya no era el chico con el que hablaba cada quince minutos para que me recordara que habíamos quedado, el chico que amaba el orden y el control, con sus "paridas" y sus "locuras", su voz, su talento. Recordé que Marcos ya no es el chico que era.

Entonces he pasado un día completo de desasosiego y de angustia, acordándome de él cada diez minutos, y con Bea a mi lado, como si nada hubiese pasado. ¿Si le escribiese un mail? ¿O un mensaje para quedar? Quizás, ¿intentase arreglar esa relación que se rompió cuando apareció Tania en su vida? ¿Si matara a Tania?

No quiero volver a pasar otra vez por el dolor de una pérdida, sobre todo si te la recuerdan cada vez que pasa por tu lado.

Creo que...

Creo que le quiero.